El aumento global de CO2 en la atmósfera podría estimular el crecimiento de los bosques, lo que podría paliar, al menos parcialmente, el calentamiento global inducido por las emisiones de este gas de efecto invernadero.
Existen pocas evidencias científicas que sostengan el hipotético efecto fertilizador del CO2 atmosférico sobre la vegetación, mientras que, por el contrario, son numerosos los ejemplos de decaimiento y muerte del bosque por otras causas, algunas relacionadas con el aumento de temperaturas derivado del efecto invernadero como las sequías.
Un estudio, publicado recientemente en la revista Global Change Biology, confirma la existencia de decaimiento causado por sequía y una importante reducción del crecimiento en grosor y la producción de madera en abetares (bosques de abeto, Abies alba) del Pirineo Aragonés. “El incremento del estrés hídrico al que se han visto sometidos muchos abetares marginales en sitios secos ha impedido que el aumento global del CO2 atmosférico se traduzca en un mayor crecimiento de los árboles”, según Jesús Julio Camarero, uno de los autores de la investigación.
Los abetares con decaimiento han mejorado su eficiencia en el uso de agua (molécula de agua gastada por molécula de CO2 captada para la fotosíntesis) en menor medida que los abetares sanos. Es decir, los abetares decaídos “parecen no ser capaces de reducir más la pérdida de agua en respuesta al estrés hídrico, lo que acaba reduciendo su crecimiento”, afirma Juan Carlos Linares, otro de los autores del trabajo. “Este proceso de reducción en el incremento de eficiencia en el uso del agua, asociado a una menor formación de madera y a una acentuada defoliación causaría el decaimiento” explica J.C. Linares.
Existen pocas evidencias científicas que sostengan el hipotético efecto fertilizador del CO2 atmosférico sobre la vegetación, mientras que, por el contrario, son numerosos los ejemplos de decaimiento y muerte del bosque por otras causas, algunas relacionadas con el aumento de temperaturas derivado del efecto invernadero como las sequías.
Un estudio, publicado recientemente en la revista Global Change Biology, confirma la existencia de decaimiento causado por sequía y una importante reducción del crecimiento en grosor y la producción de madera en abetares (bosques de abeto, Abies alba) del Pirineo Aragonés. “El incremento del estrés hídrico al que se han visto sometidos muchos abetares marginales en sitios secos ha impedido que el aumento global del CO2 atmosférico se traduzca en un mayor crecimiento de los árboles”, según Jesús Julio Camarero, uno de los autores de la investigación.
Los abetares con decaimiento han mejorado su eficiencia en el uso de agua (molécula de agua gastada por molécula de CO2 captada para la fotosíntesis) en menor medida que los abetares sanos. Es decir, los abetares decaídos “parecen no ser capaces de reducir más la pérdida de agua en respuesta al estrés hídrico, lo que acaba reduciendo su crecimiento”, afirma Juan Carlos Linares, otro de los autores del trabajo. “Este proceso de reducción en el incremento de eficiencia en el uso del agua, asociado a una menor formación de madera y a una acentuada defoliación causaría el decaimiento” explica J.C. Linares.
Izquierda, imágenes de un abetar con decaimiento tomadas en los años 2001 (pequeña) y 2006 (grande). El recuadro muestra la misma zona para ambos años. Los abetos muertos o decaídos aparecen de color rojo o marrón rodeados por árboles más bajos de color verde claro que son hayas (Fagus sylvatica). Derecha, un abetar sin decaimiento (Gamueta, Ansó, Huesca). La mancha de abetos (verde oscuro) está rodeada por hayas (verde claro). Fotos: (Paco Ezpela (Ansó, Huesca) y J. Julio Camarero.
Estos hallazgos tienen implicaciones para predecir la capacidad de secuestrar carbono de los abetares, uno de los bosques ibéricos más productivos, y para pronosticar si sobrevivirán en un mundo más cálido y seco, dado que los abetares pirenaicos constituyen uno de los límites meridionales de distribución de la especie en Europa. Según afirman los dos autores de este estudio “un aumento de la mortalidad inducido por el incremento de la aridez puede determinar que la capacidad de los bosques para retirar carbono de la atmósfera se vea reducida, o incluso invertida, pasando de sumideros a emisores de carbono a la atmósfera, procedente de la descomposición de la biomasa de esos árboles muertos”.
El estudio ha sido recientemente publicado en la revista Global Change Biology y está firmado por los Dres. Juan Carlos Linares (Área de Ecología, Universidad Pablo de Olavide, Sevilla) y Jesús Julio Camarero (Fundación Agencia Aragonesa para la Investigación y el Desarrollo-Instituto Pirenaico de Ecología, CSIC, Zaragoza) quienes llevan casi una década colaborando activamente en investigaciones relacionadas con el decaimiento forestal.
OPINIÓN: El estudio deja ver la muerte del bosque entre los que se encuentra una de las especies más afectadas, el abeto, los abetales necesitan más agua que muchos otros árboles, esto nos hace ver que necesitamos soluciones para que no se extinga de zonas en las que no es común el abeto.
El estudio ha sido recientemente publicado en la revista Global Change Biology y está firmado por los Dres. Juan Carlos Linares (Área de Ecología, Universidad Pablo de Olavide, Sevilla) y Jesús Julio Camarero (Fundación Agencia Aragonesa para la Investigación y el Desarrollo-Instituto Pirenaico de Ecología, CSIC, Zaragoza) quienes llevan casi una década colaborando activamente en investigaciones relacionadas con el decaimiento forestal.
OPINIÓN: El estudio deja ver la muerte del bosque entre los que se encuentra una de las especies más afectadas, el abeto, los abetales necesitan más agua que muchos otros árboles, esto nos hace ver que necesitamos soluciones para que no se extinga de zonas en las que no es común el abeto.
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